He ido a ver "Biutiful" de A. Gonzalez Iñárritu aun después de leer varios comentarios en su contra, de hecho entré al cine con la intención de ver otra, pero como faltaba mucho tiempo para el comienzo de la sesión me senté frente a las salas a esperar. Me llamó la atención el hecho de que los espectadores que iban entrando solían ser parejas de mediana edad, y amigas, poca gente joven y por encima de los veinte, al final me decidí, entré y me senté en la cuarta fila asiento 10, pensé que si no lo aguantaba me iría a ver la otra peli de la que tenia entrada, pero finalmente sucumbí a la historia.
Que nos habla de la miseria que convive con nosotros, los de la inmensa clase media, les pone rostro a los nuevos esclavos que sobreviven al margen de la sociedad capitalista, arañando las migajas de la mesa del stablishment y del consumo desenfrenado, de la globalización y de la inevitable integración racial que esto conlleva, de una Barcelona que puede ser cualquier otra gran ciudad, desde Marsella a Berlin, con la única pincelada casi desapercibida de la visión de la catedral de Gaudi, pero sobre todo de la esperanza en la generosidad de los seres humanos, que mas allá de su propia supervivencia, procuran por los suyos y por ajenos desposeídos.
Sobreviene una nueva era, la del vasallaje a nuevos señores, las marcas y los derechos adquiridos por ley, y en el borde todas estas gentes camaleónicas, que se vuelven del color del asfalto.
Una gran interpretación de Barden, pero desde luego todo el conjunto de secundarios son excelentes, las localizaciones son tremendas, de una Barcelona que no aparecerá jamás en los folletos turísticos, desde la Barceloneta hasta Santa Coloma...barrios industriales y obreros, obviando por suerte el mundo de la prostitución y las drogas, tan manido en el cine suburbial y se agradece, en una puesta en escena que te recuerda a los Dardenne, aunque la decisión de cámara es casi televisiva (The Shield).
Bueno, altamente recomendable, para ver en familia y el final aunque de drama, no te deja un amargo sabor de boca, si no todo lo contrario, hace que te interrogues de forma positiva, sobre el mundo que estamos construyendo, y que nuestros hijos van a heredar.